220. Yo soy Malala. Malala Yousafzai y Christina Lamb.

Todo mundo conoce la historia de Malala, la joven paquistaní que por promover educación incluyente fue víctima de un atentado.

En este libro autobiográfico, escrito de forma sencilla, Malala cuenta cómo era su vida en su tierra natal, el valle de Swat. La posición de esta región, en la frontera con Afganistán y su pertenencia a la etnia pashtún, sirven para entender los varios problemas políticos y sociales.

Con un gobierno negligente, la presencia de terroristas islámicos y los efectos de las guerras de Afganistán contra la Unión Soviética primero y Estados Unidos después, hizo que la zona llegara a niveles explosivos. Los talibán, musulmanes fundamentalistas, impusieron un régimen de terror aprovechando los vacíos de poder.

El padre de Malala inició sus trabajos por la educación y estableció dos o tres escuelas primarias y secundarias para niños y niñas. Esta sencilla acción fue suficiente para que recibiera acoso y amenazas de los talibán. Junto con Malala, participaron en varios actos de promoción de la educación y de protesta en Swat y otras partes del país.

Cuando Malala tenía 15 años recibieron diversas amenazas por estas actividades, tachándolas de extranjerizantes y anti islámicas. En octubre de 2012, al salir de la escuela en el transporte, Malala fue herida con una balazo en la cara, el cual dañó partes del cráneo y se incrustó en un omóplato. Dos compañeras fueron heridas por otros dos balazos. El ejecutor fue un joven perteneciente al movimiento talibán. Malala fue tratada en hospitales militares y finalmente trasladada a Birmingham, Reino Unido, para su recuperación total. Por su dedicación por la educación de las niñas en Pakistán, recibió el premio Nobel de la paz en 2014, entre otros premios.

El clima de violencia que narra en Pakistán es muy semejante al que sucede actualmente en zonas de México, en las que criminales de bandas organizadas cometen delitos casi impunemente. Aquí también, actividades como el periodismo o escribir en blogs pueden ser letales. El nivel de violencia es bestial, ya que han asesinado a mujeres, niños, ancianos, gestantes, migrantes, etc., en eventos aislados o de forma masiva. Estas situaciones suceden cuando el estado falla en proteger la vida de las personas. 

 

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