Un año en el vacío
La epidemia se abatió sobre el mundo y sobre nuestras maneras de vivir. Escribo esto como un recordatorio, para no olvidar a los que nos dejaron. Las muertes continúan y solo esperamos que la espada que pende sobre nosotros no nos apunte. Triste forma de pasar el tiempo.
Los libros han sido ciertamente un refugio. Cuando nos avisaron el 17 de marzo que no regresaríamos a la rutina, algo de desesperación se apoderó de todos y empezamos a acumular lo más necesario. Yo fui por 20 libros, escogidos a la carrera. Y en este nuevo marzo pedí otros 30, que me llegaron como bocanadas de aire fresco.
Pronto escribiré sobre mis lecturas de ellos. Baste decir que el tiempo vacuo sirvió para llenarme de letras, de autores, de tiempos pasados, de recuperaciones.
Aquí estamos. Seguimos. Sobrevivimos.
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