145. Conversación en La Catedral. Mario Vargas Llosa.

Intensa.

Esta novela fue escrita hace 50 años y la edición conmemorativa no trae más que un pequeño agregado con cartas del autor a amigos relatando el esfuerzo que le representa la escritura de esta obra, que pensaba tendría unas 2 mil páginas, pero que finalmente quedó en 750.

Al empezar a leerla el lector se enfrentará a la disyuntiva de seguir o dejarla. La razón es simple. Un desorden total de personajes, diálogos, tiempos, etc. Por ejemplo, una frase del capítulo 1 tiene relación con algo sucedido 500 páginas después. El autor lleva al extremo esa táctica suya de traslapar diálogos y personajes, pero al principio es decepcionante.

En esa época, Cortázar también ensayaba un enfoque así con su Rayuela, que como todo mundo sabe, el autor sugiere que puede leerse en orden o en desorden, que al fin y al cabo, sale lo mismo. Forma es fondo.

Vargas Llosa ha dicho que esta es su novela más querida. Yo dudo que sea la mejor pero ya conociéndolo, la prosa, el ritmo, la fluidez, los giros y la riqueza verbal hacen que finalmente sea una obra que se deleita en el ser latino y su habla.

La trama está algo enredada y sólo porque lo dice la contratapa me di cuenta que efectivamente trataba del guardaespaldas de un político u hombre de negocios. Se desarrolla por ahí de los 50s, en Perú, cuando un presidente llega al poder e instaura un régimen de miedo. Se centra en las desventuras de un hijo de familia que en esos años ingresa a la universidad y se ve inmiscuido en protestas estudiantiles y de cómo su vida se va haciendo cada vez más precaria cuando decide abandonar escuela y casa.

Novela total, como le gusta decir a Mario, pero que medio siglo después como que no ha madurado correctamente.




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