138. JOSEPH ANTON. SALMAN RUSHDIE.


Estas memorias del escritor indo-británico relatan lo que todo mundo sabe: que con la fatwa de Jomeini encima, Rushdie tuvo que esconderse y se vio obligado a vivir protegido por la policía y casi en el anonimato por 10 años.

En ese lapso, llevó un registro medianamente detallado de lo que sucedió y aquí lo cuenta. Es un tabique de 700 páginas, de las cuales las primeras 100 son muy buenas, así como las últimas 50. Las demás pueden obviarse olímpicamente porque son un laaaargo lamento de las condiciones de vida bajo la custodia policiaca y están buenas como un recuento burocrático (reuniones, procedimientos, peleas, etc, etc) carente de otro interés. Hay además una relatoría de su defensa de libertad de expresión que mucho dependió de la voluntad de actores políticos en Inglaterra, Europa y EU.

Al final sabemos muy bien cómo fue que se metió en tal embrollo, al escribir Los versos satánicos con variantes digamos políticamente incorrectas y por ello se ganó la furia de los musulmanes, la animadversión de los contribuyentes ingleses, la pérdida de capacidad creativa (sus mejores años, de los 40 a los 50, como dice él) y una vida más o menos normal.

La parte interesante es cuando relata el proceso de escritura de sus obras y sus motivaciones, ese sí es oro molido para los fans de Rushdie, como yo. También sobre las peripecias de la publicación de sus obras y la dinámica del mundillo literario y cultural.

Una parte reveladora es sobre sus relaciones personales, aun en esas condiciones. El querido Salman cae bajo el influjo de las féminas y todos los problemas que eso acarrea y que bien conocen los integrantes de la humanidad entera: amores, desamores, pleitos, agarrones, decepciones, gozos prohibidos, infidelidad, divorcio, peleas por las custodias de los vástagos, jaloneos por el dinero y al final, reconciliaciones y apaciguamiento para poder seguir, todo sea por los hijos.

Leyendo esta Memoria caí en cuenta la razón por la que Rushdie, Auster y otros alababan la obra de DeLillo (ver en una lectura anterior): son cuates de parranda. No hay otra explicación. Aquí revela detalles de las reuniones y fiestas con sus amigos, sus cariños, celos y cosas de borrachos: Harold Pinter, el Nobel, un intransigente y sacalepunta; Sontag, la famosa, una ñoña; Auster, un soñador esperando poder hacer una película irrealizable, Bono, componiendo canciones al aire, etc, etc.

El relato en tercera persona al inicio no checa pero se vuelve normal con el avance de la obra. Falla en algunas ocasiones y hay dos errores, al cambiar a primera persona, que se colaron por ahí.

Interesante para sus seguidores, pero no para los demás.




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