39. INFORME AYOTZINAPA.
GIEI-CIDH
Esta no es una obra literaria. Relata los hechos trágicos sucedidos del 26-27 de septiembre del año pasado en Iguala y los asesinatos de tres y desaparición de decenas de jóvenes normalistas.
Cuando sucedió esa masacre, me di cuenta que resultaría uno de los eventos más importantes a los que tendría que enfrentarse el Estado mexicano y especialmente las autoridades judiciales. Por el recuento de los periódicos esos días, resaltaba la indolencia de las autoridades de todos los niveles y el poco interés del Ejecutivo federal para atender ese problema, que ha llegado a tener repercusiones globales.
A un año de distancia, este reporte llega para llenar huecos informativos al respecto o dar refutaciones a las hipótesis que se han dado por firmemente asentadas (como eso de la verdad histórica del procurador Murillo). Da información precisa y detallada basada en testimonios y evidencias y remarca las lagunas de los expedientes oficiales y lo que debe hacerse.
El reporte tiene 560 páginas. Además del mérito del extensivo trabajo realizado por el grupo independiente de expertos interdisciplinarios de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, vale la pena decir que a días de publicarse empezaron a recibir un alud de críticas de todo tipo de comentaristas, columnistas, funcionarios, inclusive activistas sociales. Estaría bien saber si cada uno de ellos lo ha leído cuidadosamente.
El panorama que emerge es escalofriante y el Estado mexicano no saldrá indemne.
Dado que el informe fue escrito por extranjeros, algunas inconsistencias o errores ligeros saltan a la vista. Sería importante que personal nacional revise el informe y haga las correcciones necesarias. Ejemplos, como equivocar nombres de lugares (Tecuicuilco, que no existe), fechas (31 de septiembre) y errores tipográficos.
El informe es un documento importante que ayuda a conocer y revalorizar esos trágicos sucesos.
Esta no es una obra literaria. Relata los hechos trágicos sucedidos del 26-27 de septiembre del año pasado en Iguala y los asesinatos de tres y desaparición de decenas de jóvenes normalistas.
Cuando sucedió esa masacre, me di cuenta que resultaría uno de los eventos más importantes a los que tendría que enfrentarse el Estado mexicano y especialmente las autoridades judiciales. Por el recuento de los periódicos esos días, resaltaba la indolencia de las autoridades de todos los niveles y el poco interés del Ejecutivo federal para atender ese problema, que ha llegado a tener repercusiones globales.
A un año de distancia, este reporte llega para llenar huecos informativos al respecto o dar refutaciones a las hipótesis que se han dado por firmemente asentadas (como eso de la verdad histórica del procurador Murillo). Da información precisa y detallada basada en testimonios y evidencias y remarca las lagunas de los expedientes oficiales y lo que debe hacerse.
El reporte tiene 560 páginas. Además del mérito del extensivo trabajo realizado por el grupo independiente de expertos interdisciplinarios de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, vale la pena decir que a días de publicarse empezaron a recibir un alud de críticas de todo tipo de comentaristas, columnistas, funcionarios, inclusive activistas sociales. Estaría bien saber si cada uno de ellos lo ha leído cuidadosamente.
El panorama que emerge es escalofriante y el Estado mexicano no saldrá indemne.
Dado que el informe fue escrito por extranjeros, algunas inconsistencias o errores ligeros saltan a la vista. Sería importante que personal nacional revise el informe y haga las correcciones necesarias. Ejemplos, como equivocar nombres de lugares (Tecuicuilco, que no existe), fechas (31 de septiembre) y errores tipográficos.
El informe es un documento importante que ayuda a conocer y revalorizar esos trágicos sucesos.
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